viernes, 11 de marzo de 2011

"PienSo, Luego ExiSTo"

René Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye, hoy la Turena.  La noche del 10 al 11 de noviembre de 1619 tienen lugar sus famosos sueños que lo determinaron a dedicar su vida a “la conquista de la verdad"


Rasgos generales del pensamiento de Descartes.
  • Intento deliberado por romper con el pasado (crítica al aristotelismo y a la escolástica)
  • No confiar en la autoridad de ningún filósofo anterior. Sólo confiar en la propia razón.
  • No confundir lo que es claro y evidente con lo que son tan solo conjeturas más o menos probables.
  • La desconfianza en la autoridad, la duda sobre todo saber establecido, no tiene por objeto eliminar las verdades anteriores, ni caer en el escepticismo.
  • Su ideal de filosofía era el de un sistema de verdades fundamentales evidentes por sí mismas, ordenadas de tal modo que la mente pase de estas verdades fundamentales a otras verdades evidentes implicadas por las primeras (método deductivo).
  • Confianza ilimitada en las posibilidades del entendimiento humano para alcanzar las verdades absolutas: Dios, el alma humana y el mundo como totalidad (dogmatismo racionalista).
  
La duda metódica

La clave del método se encuentra, pues, en la evidencia. Todo es cuestión de empezar, por rechazar todo aquello que no sea evidente, «no aceptar como verdadera ninguna cosa que no lo sea». ¿Cómo encontrar esas "ideas simples", indubitables? ¿Cómo estar seguros de la evidencia?

El primer propósito de Descartes consiste en encontrar un punto de partida: una verdad tan inmediatamente evidente, «tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no sean capaces de conmoverla». El camino para alcanzar la respuesta consiste en «rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de ver si, después de hecho esto, no quedaría en mi creencia algo que fuera enteramente indudable».



Se trata, pues, de dudar de todos los conocimientos que hasta el presente hayamos podido adquirir. ¿No es cierto que los sentidos nos engañan a veces? ¿No podría ocurrir que nos engañasen siempre? ¿Y no podemos decir lo mismo de nuestra razón? ¿No podría ser todo como un sueño del que todavía no hemos despertado? Y, por si estos motivos no fuesen suficientes para que la duda sea universal, Descartes propone aún la hipótesis del "genio maligno", «de extremado poder e inteligencia, que pone todo su empeño en inducirme a error». Parece, pues, que nada puede quedar al margen de la duda.

Descartes deja bien sentado, sin embargo, que la duda es metódica, y no escéptica: los escépticos dudan por dudar. La duda cartesiana, en cambio, es sólo provisional; es el camino para salir de la duda, es un medio para alcanzar la evidencia. La duda desaparecerá cuando encontremos algo de lo que no se pueda dudar, que es lo que estamos buscando.

Superyoo!

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